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Aben Mequenum (Fco de Puertocarrero) l Diego Hernández El Chaguid l Juan Hernández Carreño l Sebastián Pérez García l Luis Magaña Bisbal l Justo González Márquez l


(Se están elaborando las biografías de los gergaleños que han destacado en algunas facetas de su vida, si conoce  algún gergaleño o gergaleña que considere deba figurar en esta página comuníquelo a la dirección de correo: juanlopezsoria@yahoo.es o dígalo en el Foro) 

Aben Mequenum (Francisco de Puertocarrero)

Insigne Capitán Moro de la historia de Gérgal

       Su nombre morisco o de cristiano nuevo es Francisco de Puertocarrero que debe tener relación con el apellido Portocarrero de la nobleza castellana de origen asturiano. Este apellido procede del lugar de Portocarreiro (Portugal) con que fue recompensado Raimundo García, primero de la dinastía Portocarrero, al ayudar a Alfonso Enríquez, primer rey de Portugal en 1143 (Alfonso I).Aben Humeya Rey de los Moriscos La razón por la que nuestro protagonista lleva este apellido no está clara y puede deberse a una de estas tres hipótesis:

       1) Alonso de Cárdenas, primer Señor de la Puebla del Maestre (municipio de Badajoz, antes del Decreto de 1833 pertenecía a Sevilla), Maestre de Santiago, era el dueño del señorío de Gérgal, Bacares, Velefique y Febeire (creado el 25-6-1492) tras la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos. Murió en 1493 y heredó el señorío su hija doña Juana de Cárdenas que se casó con don Pedro Portocarrero, señor de Moguer. Fundaron en 1514 el mayorazgo de sus villas y lugares para su segundo hijo Alonso de Cárdenas y Portocarrero, primer Conde de la Puebla, yerno del primer Marqués de Mondéjar Iñigo López de Mendoza y Quiñones y segundo Conde de Tendilla, conocido como “El Gran Tendilla” (primer alcaide de la Alhambra y Capitán General de Granada). Francisco de Puertocarrero puede llevar este apellido porque el Conde de la Puebla también lo tenía en su linaje y pudo apadrinar a su familia, que debían pertenecer a la nobleza árabe, cuando se convirtieron en cristianos nuevos (moriscos).

       2) Pudo ser heredado de su propia familia -su padre se llamaba como él-, pues también es un apellido mozárabe -cristiano que vive en territorio musulmán- enlazado con moriscos.

       3) Porque procediera de Puertocarrero, anejo de Gérgal hoy deshabitado, ya que era costumbre poner en el nombre castellano el lugar de origen de su familia como es el caso de Fernando de Válor (Granada), que más tarde sería proclamado rey de los moriscos con el nombre de Aben Humeya. Por otro lado, el nombre de Puertocarrero de este anejo, es probable que esté vinculado al Conde de la Puebla que tenía este apellido.

       Su nombre árabe era Aben Mequenum. Fue uno de los primeros veintitrés capitanes nombrados por Aben Humeya -de la dinastía de los omeyas, califas de Córdoba, que descendían de Fátima, la hija mayor de Mahoma- en la ceremonia de su proclamación como rey de los moriscos sublevados el 24 de diciembre de 1568, víspera de Navidad, en Cádiar (Granada). Cabe la duda de si el cabecilla de la rebelión en Gérgal era el padre o el hijo, yo me inclino a que debió ser el hijo, teniendo en cuenta la juventud que debía tener para participar en tantas acciones de guerra, la agilidad que demostró en los Juegos Moriscos de Purchena y la canción que cantó por la nostalgia de su amada. Su padre, Francisco de Puertocarrero, fue nombrado en 1568 alcaide del castillo -encargado de su guarda y defensa- y alcaide-gobernador del señorío por el Conde de la Puebla que gozaba de su confianza para que en su ausencia tuviera el mando del señorío. Don Alonso de Cárdenas, tercer Conde de la Puebla, estaba en Granada al producirse el levantamiento y al mando de su gente combatió a los insurrectos en varias batallas al lado del Marqués de Mondéjar, teniendo un papel destacado en la guerra y contribuyendo a la victoria final de los cristianos sobre los moriscos.

       La rebelión de los moriscos contra el poder del rey Felipe II se produjo como consecuencia de la publicación de una Pragmática (ley), que fue la gota que colmó el vaso, en la política de aniquilación de su religión, lengua y costumbres. Los derechos que los Reyes Católicos habían garantizado por escrito en las Capitulaciones de Santa Fe (Granada), en 1491, para la rendición del reino nazarí, pronto fueron violados. Hasta 1499 el arzobispo Talavera intentó su conversión al cristianismo pacíficamente en un clima de tolerancia. En 1499 se endureció la evangelización con la llegada del Cardenal Cisneros que decretó la conversión masiva, produciendo revueltas moriscas como la que sucedió en Velefique. A partir de entonces el problema siguió latente y se les permitieron encubiertamente sus prácticas con tributos hasta que estalló el levantamiento la noche de Navidad de 1568 para coger desprevenidos a los cristianos que celebraban la Nochebuena.

      Gérgal, era un enclave importante del reino nazarí de Granada durante la conquista castellana y también va a tener un papel destacado en la Rebelión de los Moriscos dominando el pasillo natural entre el Cenete, Fiñana, Tabernas y Almería. Al producirse el levantamiento de los moriscos en las Alpujarras, Gérgal y su castillo, van a ser pieza clave para extender la rebelión por el río de Almería y la cuenca del Almanzora. Los moriscos de la ciudad de Almería fueron avisados de que tomando la torre de Huéneja y el castillo de Gérgal se juntarían muchos para conquistar la ciudad. Los capitanes moriscos el Rami (alguacil de Instinción) y el Gorri (de Laujar), al mando de bandadas de moriscos alpujarreños, atravesaron la sierra penetrando en el río Almería y llegaron a Gérgal para extender la rebelión y ayudar a Francisco de Puertocarrero. Conquistaron el castillo y quemaron la primitiva Iglesia de Santa María que estaba a su derecha. Se dispusieron a hostigar en dos direcciones: la cuenca del Almanzora en la que fracasan y el pasillo Cenete-Fiñana en la que amotinan con facilidad Abla y Abrucena, pero se resiste el fuerte de Fiñana. El Cenete, que en principio se niega a levantarse, acaba amotinándose el día de Reyes ante la amenaza de ser pasados a cuchillo, sin embargo el Castillo de la Calahorra resistirá el asedio morisco. Cuando se disponían a marchar sobre Almería los moriscos concentrados en Gérgal tuvieron que retroceder ante la llegada del Marqués de los Vélez, don Luis Fajardo, con su ejército de 14.000 hombres, que entraba en acción en la guerra para aplastar la rebelión.

      Los historiadores Mármol Carvajal, Bermúdez de Pedraza y Justino Antolinez de Burgos cuentan que el alcaide de Gérgal, Francisco de Puertocarrero, y su hijo engañaron a los cristianos ofreciéndoles su protección para que se refugiaran en el castillo y cuando estaban allí los degollaron. Los nombres de los muertos que se citan son el Vicario D. Diego Acevedo y su anciana madre, el Beneficiado Simón, natural de la ciudad de Lorca, al que le hicieron que los llamase por el padrón, como solía cuando decía misa, y después de haberle hecho mil injurias, le echaron una soga a la garganta, y le llevaron arrastrando al campo donde le enterraron en un hoyo hasta la cintura, le cortaron la nariz, orejas y lengua y sirviéndoles de blanco lo mataron con una bala; también mataron al Beneficiado Paz y su hermana, al escribano del juzgado Bernardo García y muchos cristianos más. Puertocarrero mandó echar sus cuerpos en el campo para alimento de las bestias y aves del cielo, quedando dos mujeres con vida durante siete días alimentándose de nieve hasta que pasaron por allí unos soldados de Baza que las socorrieron. Puertocarrero se marchó con su gente a la Alpujarra cuando se enteró que se aproximaban el Marqués de los Vélez y del Marqués de Mondéjar y para ganarse su voluntad les mandó las mujeres que había hecho cautivas, pero el Gorri entendiendo que era para rendirse y que lo había hecho sin orden suya, envió tras ellas unas tropas de moros que las alcanzaron en el camino de Ohanes, matando a veinticinco mujeres, entre ellas estaban las hijas del licenciado Blas de Viedma (gobernador de Santa Cruz al que habían martirizado unos días antes) y Beatriz de Riquelme, mujer de Pedro Manuel y María de Morales, mujer de Pedro Delgado. Cuando el Marqués de los Vélez se enteró de lo sucedido y viendo que la ciudad no tenía peligro, atacó al castillo de Gérgal, lo tomó y una vez dominado todo el valle se alojó aquella noche en Olula. Al día siguiente atravesó la Sierra de Filabres con mucho frío, agua y viento para llegar a Tabernas donde permaneció trece días del mes de enero de 1568.

       Francisco de Puertocarrero ha pasado a la historia como un personaje importante de la causa morisca. Fue el cabecilla del levantamiento de Gérgal y desde su castillo estaba al mando de cuatrocientos hombres para dominar el río de Almería. Participó en numerosas batallas y escaramuzas contra las tropas cristianas. Una de las más sonadas fue la batalla de Berja en la que luchó con sus hombres junto a Aben Humeya con un ejército de más de 10.000 soldados contra las tropas del Marqués de los Vélez que fue el vencedor. Al ser sofocada la rebelión cayó en manos del Marqués de Mondéjar que mandó atenazarlo en Granada, siendo allí descuartizado en 1570.

        Para conocer un poco más a este personaje e intuir su personalidad he seleccionado unos cuantos pasajes de la obra “Guerras civiles de Granada” (1595) de Ginés Pérez de Hita, escritor e historiador del siglo XVI y XVII que vivió de cerca la contienda como soldado de las tropas del Marqués de los Vélez. Hay que decir que su versión de los hechos es partidista porque los cuenta desde el prisma cristiano. Algunos hechos y situaciones son inventados para darle mayor interés novelístico y apoyo a la causa de los vencedores. No obstante, su obra tiene gran importancia por ser un testigo de lo sucedido. Los pasajes seleccionados pertenecen a los Juegos Moriscos convocados por Aben Humeya que se celebraron en Purchena el 27 de septiembre de 1569 en plena guerra y este hecho sí fue real. Duraron doce días y participaron en ellos los capitanes moriscos entre los que estaba Francisco de Puertocarrero. Estos Juegos están considerados como una continuación de las Olimpiadas griegas a la vez que precursores de los Juegos Olímpicos actuales. Así los relata Pérez de Hita:

       “… Pues es de saber que Abenhumeya, después del cerco que puso a Vera tan vano a su pretensión, se retiró a Purchena con todo su campo, determinando de aguardar allí a Murcia y su Reyno, si acaso fuera que le querían seguir, y visto que Murcia y Lorca no le seguían, determinó de hazer unas solemnes fiestas para alegrar sus gentes y todo su campo, y assí mandó que se pregonasen las fiestas en esta forma:

        Al que en travada lucha mejor lo hiciese, le daría cien escudos en oro y le coronaría de hojas de un verde laurel.

      Más aquel que se mostrasse más suelto y corriesse más ligero y llegasse primero al puesto diputado, le daría otros cien escudos de oro.

         Más al que de tres saltos alcançasse más tierra, le daría otros cien ducados en oro.

       Más al que más tiempo sustentasse un canto de seys arrobas en el hombro, le daría otros cien escudos en oro y un rico alfanxe.

        Más al que mejor y más gallardamente dançase la zambra con una bella Mora, le daría una ropa de seda fina hecha en Argel. …

         Más a la Mora que mejor dançasse, le daría una riquíssima marlota y quatro almayzales finos.

        Más al Moro que mejor tañesse y cantasse a la morisca y mejor canción dixesse o romance, le daría un hermoso cavallo aderezado y enjaezado.

        Más a la Mora bella que cantasse mejor y mejor canción arábiga dixesse, le daría una hermosa marlota guarnecida de oro.

         Más al Moro que mejor tirador fuesse de canto, treinta escudos de oro y un alfanje.

         Más al Moro que mejor tirasse con escopeta o arco le daría diez ducados de oro.

         Más al Moro que tirasse más derecho y certero con honda, le daría diez ducados en oro. … 

        …Todas estas fiestas y cosas se havían de hazer en la plaça de la ciudad de Purchena, que para poderlos hacer era muy grande y ancha, y para esto mandó que la plaça fuesse toda aderezada y arenada y todas las paredes y ventanas muy entoldadas de ricas telas de sedas y lienços labrados y blancos; y todos estos juegos tan diversos unos de otros los ordenó el Reyecillo por no tener orden de correr toros ni tener cavallos y aderezos para juego de cañas, y assí con estas doze cosas diferentes unas de otras su campo y gente se podía alegrar y exercitar; todo lo cual se avía de hazer dentro de doze días, los quales bien sabía él que podía estar quieto y seguro de assalto de los Cristianos, atento que el Marqués de Vélez estaba aguardando orden en Adra…

        Pues llegado el día señalado que se havía de hazer la peligrosa lucha entre los más fuertes y robustos moços del campo, mandó Abenhumeya que a un lado de la plaça se pusiesse un rico dosel de seda, el qual era hecho de palios de las iglesias por los Moros saqueadas, y debaxo del dosel un rico asiento para que él se sentasse, y otros asientos de no tanto valor para sus Capitanes y Cavalleros más allegados. Y sentado Abenhumeya en su asiento, y a la par dél muchos Capitanes y Cavalleros de estima, començaron a sonar muchos instrumentos de guerra, añafiles y dulçaynas, atabales y otras cosas dignas de alegrar semejantes fiestas. Todos los terrados y ventanas estavan ocupados de muy hermosas y arreadas damas Moras; toda la plaça llena de muchas gentes de todas las Alpujarras y ríos de Almançora y Almería y de otras partes del Reyno de Granada, y todos estavan alistados con sus armas a punto de guerra como buenos soldados, por si acaso fuesen menester las armas, que estuviesen aprestadas…”

La primera prueba fue la lucha cuerpo a cuerpo, que comenzó con el combate entre el capitán turco Caracacha y el capitán morisco el Maleh de Purchena, que sería el ganador tras una encarnizada lucha. Después combatió el capitán turco Mamiaga con el capitán morisco el Jorayque, que también ganó, quedando los turcos muy enfadados. Aben Humeya mandó que se finalizara esta prueba para evitar más problemas y que siguiesen los demás juegos y pruebas, quedando molestos por no haber participado los capitanes Abenayx, Almoçávar, El Gorri, Gironcillo, Puertocarrero, Zarrea, Abonvayle, Alhadra, Alrrocayme y El Derri que estaban alistados.

Al día siguiente se probaron las fuerzas de los fuertes varones levantando ladrillos con una mano. Comenzó Abenayx de Cantoria levantando veinte ladrillos, le siguió el capitán turco Caracacha que intentó levantar más y sólo pudo con veinte pero no tan altos como Abenayx. El siguiente participante fue Puertocarrero, y así lo narra Pérez de Hita:

            “… Estando en esto se oyeron caxas y dulçaynas, y no tardó que no pareció un hermoso escuadrón muy bien adornado, cuyo valeroso Capitán era Puertocarrero el moço, hijo del Alcayde de Gérgal, el qual venía todo vestido de una ropa encarnada toda guarnecida con fresos de oro; su borceguí datilado hecho en Argel y un rico alfanje colgado del hombro, de un hermoso y rico tahalí. Llevava un bonete turquesco y en él un rico penacho blanco y encarnado; en su vandera no traya cosa de letra, sino sólo media luna y un zancarrón. La bandera era roja, más él entró a la española, como gallardo Capitán: una gineta en la mano, y delante dél un page bien aderezado que llevava un escudo muy rico, dorado el campo azul y en medio una letra que dezía assí:
“Si la que me fuerça a mí
poniéndome brío y fuerça,

hora estuviera ante mí,

se me doblara la fuerça

como pareciera aquí.”

       Esta letra sacó el Moro Puertocarrero, indigno de tan soberano nombre, porque andava amartelado de una hermosa Mora, natural de su tierra, llamada en castellano Brianda, y en arábigo Fátima; y porque le dava grandes favores, dezía el Moro en su letra que ella le doblava el ánimo y la fuerça, y que si la tuviera en tal ocasión delante, que allí en la prueva ninguno se la ganara. A todos pareció muy bien el gallardo Puertocarrero; más mejor pareció quando fue hecho cuartos en Granada. Pues como entrasse por la plaça, rodeándola toda, passó por delante de Abenhumeya y le hizo grande acatamiento, y dexando su escuadrón assí en orden como estava se fue a donde avía de probar sus fuerças,  y en llegando halló los ladrillos descompuestos, porque Caracacha, mohíno de no poder alçar más que el Abenayx, los avía desparcido por el suelo. Puertocarrero, no sabiendo el número de los que avían sido alçados, pusso doze ladrillos por la orden que se avían de poner, y baxándose metió la mano por debaxo de los ladrillos  y con gran pena los pudo levantar del suelo, y no fue mal alçar treynta y seys libras con una sola mano. Y siendo assí asentado por quien tenía cuydado dello, Puertocarrero se tornó a su escuadrón y se salió gallardamente de la plaça, dando una gentil carga de arcabuzería y hondas, que fue cosa de ver los crugidos que las hondas davan. Abenhumeya dixo: “No me parecen mal los soldados de aquellas hondas, porque a fe de Rey que en las ocasiones son de grande importancia.” “No son sino muy buenas -dixo su tío Abenchohar- y en el tiempo antiguo no se usava otra cosa sino hondas y ballestas de palo, y con estas armas se hazían muy buenos hechos de que tenemos memoria.” “Assí es verdad -dixo el Habaquí-; mas ahora mejor anda la milicia, porque ay buena arcabuzería con que de presto se haze la hazienda. …”

       A continuación participaron El Maleh, que levantó veintidós ladrillos; Zarrea, que levantó catorce; El Gorri, que levantó diecisiete; El Derri, que levantó doce; Gironcillo, que levantó diecinueve; Abonvayle, que levantó veinticuatro; Alrrocayme, que levantó treinta y fue el ganador.

       La siguiente prueba se dejó para otro día, consistía en comprobar quien tenía más tiempo al hombro un mármol que pesaba cuatro quintales (dieciséis arrobas). Abenhumeya mandó que se trajese un mármol que estaba en la iglesia para sustentar la pila del agua bendita; era una piedra de seis pies de largo que pesaba dieciséis arrobas. Todos los capitanes participantes se prepararon para salir según les fuese tocando conforme sacara Abenhumeya las papeletas de sus nombres de un vaso de plata. Para medir el tiempo de resistencia se puso un reloj de arena sobre una hermosa mesa. El primero en salir fue El Habaquí que sostuvo el mármol un gran cuarto de hora, le siguieron: Zarrea, que no pudo aguantar medio cuarto de hora; El Derri, que aguantó medio cuarto de hora; Gironcillo, que no lo pudo aguantar un momento; El Gorri, que no llegó a medio cuarto de hora; Puertocarrero, que no pudo sustentar el peso medio cuarto de hora; El Maleh, que pasó de un cuarto de hora; El Jorayque, que tuvo el mármol casi media hora; Alrrocayme, que lo tuvo sin moverse media hora y cuarto; Abenayx , que lo sostuvo hora y cuarto; Almoçalvan, que lo sostuvo hora y media hasta que le reventó sangre por las narices; Caracacha el turco, que lo sostuvo un cuarto de hora; su camarada Mamiaga, que no llegó a cuarto de media hora; Abonvayle, que se paseó con él dos horas y fue el que se llevó el premio porque otros muchos probaron y ninguno pudo igualarlo. Aquella noche se hicieron grandes fiestas y juegos y danzas, preparándose para la prueba del día siguiente los mismos catorce capitanes.

       La prueba consistía en ver quien saltaba más de tres saltos. El primero en salir fue El Gorri, que saltó diecinueve pies porque en el primer salto se descompuso; le siguieron: Puertocarrero, que saltó veinticinco pies; Zarrea, que saltó veinticuatro pies; Abenayx, que saltó veintisiete pies; Almozaban, que saltó veintiocho pies; El Maleh, que saltó treinta pies; Abonvayle, que saltó veintiocho pies; El Jorayque, que marcó treinta y cuatro pies; El Rocayme, que saltó treinta y seis pies; El Habaquí, que saltó treinta y nueve pies; El Derri, que saltó treinta pies; Caracacha, que saltó treinta y dos pies; Mamiaga, que saltó treinta pies y Gironcillo, que era suelto como un pensamiento, saltó cincuenta pies y fue el ganador. El resto del día se pasó haciendo otras fiestas de placer y se aplazó para el día siguiente la prueba de la carrera. Así la relata Pérez de Hita:

       “…el qual venido, siendo señalada la carrera que se avía de correr, que era una gruessa media legua hasta la plaça, adonde estavan puestas las joyas que se avían de ganar. Usábanse entre moriscos correr tan largo y desnudos, en carnes, sólo pañuelos para cubrirse las partes ocultas. Juntáronse para correr más de cien personas, Capitanes, y sin éstos otros grandes corredores, pero ganó la joya un morisco de la villa de las Cuevas, llamado Albejari, que era uno de los más sueltos moços que se hallava en el reyno de Granada. Luego a éste se le dieron sus premios, y a Puertocarrero le dio Abenhumeya diez ducados, porque casi llegó a la par de Albejari, sino que Albejari tendió la mano antes y tomó la vara de las joyas. …”

         Al día siguiente se celebró el juego de los tiradores que consistía en ver quien tiraba más lejos con un canto de media arroba. Fue ganado por un soldado turco de Argel, natural de Constantinopla, llamado Mostafá, cuya victoria alegró mucho al bando turco.

         La prueba siguiente, que se dejó para otro día, era la de los honderos. Los participantes eran pocos, sólo los 140 soldados que no portaban armas. Tenían que lanzar sobre una gran rodela (escudo) de madera, blanca con un rolde (círculo) negro pequeño en el centro que tenía en medio un punto blanco,  puesta en un madero alto de un estado (altura regular de un hombre) que estaba a 200 pasos. Fueron tirando de uno en uno y el ganador fue un Moro mancebo, natural de Ohanes, llamado Alcolayar que fue quien más cerca del punto dio. Al despedirse el escuadrón de honderos todos comenzaron a disparar en seco haciendo tanto ruido como si fuese un escuadrón de arcabucería, quedando muy contento Aben Humeya de estos soldados. Como era ya tarde, se acordó que comenzasen las pruebas de danza. Se colocaron en la plaza muchas alfombras y comenzaron a sonar muchas músicas, pero se eligieron el laúd y la sonaja como más acertados para el concurso. Así lo cuenta Pérez de Hita:

         “… luego comenzaron a salir muchos Moros mancebos muy bien aderaçados; uno a uno dançaron maravillosamente de bien, de tal manera que no se determinavan los juezes quién lo hazía mejor; dançaron todos los Capitanes maravillosamente: dançó Gironcillo con una Mora hermosa altíssimamente; la Mora era de Almançata, y dio tanto contento a todos, que el Reyecillo le mandó dar diez ducados y una marlota de seda. Luego entró a dançar Puertocarrero con otra Mora muy hermosa, y éste dançó más galanamente y mejor que Gironcillo, y la Mora dançó muy bien, y también le mandó dar a la Mora una rica marlota y diez ducados y a Puertocarrero el premio de la dança, que era una hermosa ropa de seda.

       Luego mandó Abenhumeya que saliesen a dançar las Moras solas, y huvo muchas que dançaron gallardamente, y la última que dançó fue la hermosa Luna, natural de allí, de Purchena. …”

       Iba vestida muy ricamente y era cosa de ver su hermosura. Danzó tan bien y gallardamente que a todos dejó maravillados. Fernando Muley (Aben Humeya) ordenó que se le diese una rica marlota (sayo ceñido) de terciopelo azul guarnecida de oro, ricamente labrada, y cuatro ricos almaizales (tocas de gasa). Y a las demás Moras para que no tuvieran envidia y desconsuelo mandó que les diesen diez ducados, quedando muy contentas. El Capitán Maleh estaba fuera de sí de contento por haber visto danzar tan bien a su hermosa dama que había sido la ganadora. Luego mandó Aben Humeya que los que fuesen músicos que tañesen y cantasen, no habiendo muchos participantes. Así lo cuenta Pérez de Hita:

        “… El Capitán Derri tañó y cantó muy bien, y Puertocarrero, que era galán y enamorado, y éste cantó en arábigo la presente canción:
Hermosa y bella Granada
donde tengo mi afición,
si fuesses al escuadrón
de los Moros entregada,

Assí tus frescas riberas

de Ynadámar, Jaraquil

con las del fresco Genil

y en tu Alhambra mis vanderas;

 Si fuesses ya de aquel vando

que te dessea tener,
donde pueda más valer

Abenhumeya Fernando,

Quién dançara ya la zambra,

quitado ya de querellas,

con hermosas Moras bellas

en ti, mi querida Alhambra.

Esta canción cantó el Capitán Puertocarrero como aquel que sabía bien quién era Granada y sus frescuras;  y todos los que allí estavan fueron muy pagados de su canción, viendo que hablava a favor de todos, y Abenhumeya no fue menos contento de la canción, pues frisava con su desseo. …”

Esta prueba la ganó por muy poco Gironcillo a Puertocarrero. Los Juegos continuaron con las canciones de las Moras que ganó la bella Luna y después pidió permiso para cantar y con gran pasión auguró el fatal desenlace que tendría Aben Humeya y su sucesor, muriendo al terminar la canción por el gran dolor que sintió. En esto fue avisado Aben Humeya de que los Cristianos podían quitarles a los Moriscos los frutos de las tierras de Andarax, las Albuñuelas y Guaxaras y decidió acudir en su ayuda y que no acabase la fiesta hasta que se celebrara la prueba de los tiradores con las escopetas.       

Una vez vista la participación del Capitán Puertocarrero en las distintas pruebas podemos resumir su palmarés así: 

-  En la prueba del levantamiento de ladrillos levantó doce, quedando entre los que menos levantaron.

- En la prueba de aguantar al hombro un mármol de dieciséis arrobas, duró algo menos de medio cuarto de hora, quedando entre los que menos aguantaron.

 - En la prueba del triple salto marcó veinticinco pies, quedando un poco por debajo de la media.

- En la prueba de la carrera quedó segundo, aunque llegó a la par que el primero, que le ganó porque tendió la mano antes para coger las joyas.

- En la prueba de la danza quedó primero y fue el ganador.

- En la prueba de tañer, cantar y decir mejor canción o romance estuvo a punto de ganar pero Gironcillo que le siguió agradó más a todos.

Según este palmarés nos podemos hacer una idea de cómo debía ser nuestro protagonista: sería un hombre de mediana estatura y complexión delgada; por su raza, tendría la tez oscura y llevaría barba; su edad estaría comprendida entre los veinte y treinta años; por su carácter debía ser intrépido, ágil, aventurero, galán y valiente; sus principales habilidades estaban en la danza, la carrera, la poesía y  la música.

          Y ésta ha sido la semblanza de este singular personaje, tan desconocido para muchos gergaleños y tan importante para nuestra historia.                                                                             


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Diego Hernández El Chaguid

"Un experto conocedor de las tierras de Gérgal"

   En el siglo XVI vivió aquí un morisco que fue un conocedor especial de nuestra tierra, un gergaleño que ha pasado a la historia por el importante papel que tuvo en la redacción del Libro de Apeos y Repartimientos de Gérgal, punto clave de partida para entender la Gérgal de hoy. Se trata de Diego Hernández el Chaguid, un personaje al que ya va siendo hora de que se le reconozcan sus méritos y se le rinda un homenaje aunque sólo sea desde ésta página.Moro pensativo

   Los Libros de Apeo y Repartimiento se realizaron a partir de 1571, después de la expulsión de los moriscos en 1570 que eran la mayoría de los gergaleños de entonces. Gérgal, al igual que la mayor parte de los pueblos que formaron el Reino nazarí de Granada, quedó prácticamente despoblada, teniendo que repoblarla con cristianos viejos venidos de otras tierras y regiones. En estos libros y en el de Apeo concretamente que es el que se conserva de Gérgal en el Archivo Histórico Provincial de Almería -por desgracia no conservamos el que se hizo para nuestro pueblo y que debería estar en el Archivo Municipal- se describen los bienes confiscados a los moriscos y se fijan los linderos y mojones de las propiedades.

   Para conocer a este personaje es muy interesante el trabajo realizado por Juan García Latorre sobre el Libro de Apeo de Gérgal en su tesis doctoral "Sierra de Filabres entre los siglos XV y XIX: paisajes agrarios, economía y estructuras sociales" del que voy a extraer a continuación algunas citas textuales del Libro de Apeo y conclusiones a las que llega:

   Para realizar el Apeo de Gérgal, el juez encargado Blas Dorantes mandó llamar a un morisco, natural de Gérgal, que vivía por entonces en Úbeda (Jaén) después de su expulsión. Se llamaba Diego Hernández el Chaguid y dio pruebas de poseer un conocimiento exhaustivo de las cosas de su pueblo y una memoria prodigiosa.

        "... vezino antyguo de la dicha villa de Gérgal... al cual por virtud de una provisión

        de su majestad hize traer de la çiudad de Ubeda, dode estaba, para que fuese

         conocedor del dicho apeo y términos de la dicha villa."

   Fue él quien hizo la descripción de los términos de Gérgal y quien proporcionó la mayor parte de la información que se encuentra en el apeo. Era una persona de edad avanzada, para la época, que hasta el momento de su expulsión siempre había vivido en Gérgal.

        "Fue preguntado el dicho conoçedor qué edad tyene y dónde a bibido. Dijo que

        es de hedad de sesenta y quatro años, poco más o menos, y que nació y se crio

        y estuvo en Gérgal hasta que agora çinco años lo llevaron a Castylla y que

        desde que se save acordar tyene notycia y conoçimiento de las casas, tyerras,

        térmynos y eredades de la dicha villa de Gérgal."

   El juez no debió fiarse del morisco e hizo que este fuera ayudado y en cierta medida vigilado por otra persona.

        "Juan de Çamudio, vezino antyguo de Abla, que a resydido en la dicha villa de

         Gérgal... que fue aquí en esta villa alguazil mayor tyenpo de un año y tyene

         notycia de las cosas dell, el qual juró declarar la verdad y tener qüenta en sy

         el dicho conoçedor, al qual él conoçe y save que era veçino antyguo del dicho

         lugar, dize y declara la verdad y lo que pasa, y si en algo eçediere dello me

         abisará."

   Además, el gobernador del señorío, Gil de Bocanegra, para defender los intereses de su señor el Conde de la Puebla estuvo presente en todas las actuaciones del juez y oyó las declaraciones de los conocedores, interviniendo cuando lo consideró necesario.

   El Libro de Apeo de Gérgal contiene un inventario de las propiedades de los moriscos y cristianos viejos del pueblo (incluidas las del Conde de la Puebla y las de la Iglesia). Las propiedades de los cristianos viejos, que eran muy pocas y dispersas, son descritas minuciosamente, parcela a parcela, las de los moriscos fueron medidas por pagos.

   Para la medición de las tierras de regadío el conocedor morisco fue ayudado por un repoblador y para el apeo del secano tuvo como colaboradores a dos cristianos viejos, uno de ellos era Älvaro de Aguilar, "vecyno antyguo de Gérgal", el ventero, que conocía muy bien las tierras más alejadas del pueblo, en las cumbres de la sierra donde tenía la venta de su nombre, "la venta de Aguilar"; el otro era un repoblador.

   Como muestra del apeo sirva unos pocos datos extraídos y algunas citas textuales con sus aclaraciones pertinentes:

        "... un mynero de tyerra para cántaros y ladrillo y teja, pero no abía almadrava

         particular, porque las casas son todas de piedra y losa y cubiertas de losas."

   Esta forma de construcción se ha dado en Gérgal hasta hace pocos años, sobre todo en la zona de la rambla.

   Al hablar de la población dice que había 200 vecinos moriscos y 7 cristianos viejos con lo que podemos calcular que tenía unos 828 habitantes si multiplicamos por 4 los vecinos (cabezas de familia).

   Sabemos también que sólo había una fuente de uso doméstico llamada "la fuente del lugar" y entre otras cita "la fuente de la canaleja" y "la fuente de Myducara".

   Parte de las casas debieron estar en la ladera del monte que preside el castillo señorial pues todavía existen sus ruinas. Con la expulsión de los moriscos se fue abandonando este barrio y los nuevos pobladores prefirieron instalarse en las zonas más bajas y llanas.

   De la vega cita los pagos que tenía y podemos ver que sólo se han conservado los topónimos de "Pilano" y "El Binar", hoy Pilanos y El Vinar.

       "... desde el almazara hasta lo bajo del Margen, en que están los pagos de Gadir

       y Pilano y Torre Bermeja y del Binar y de Cotar y de Almalahan y Alosdedi y de

       Fadinmahala y del Margen..."

   Las tierras de regadío estaban formadas por la rambla y la vega (al pie del pueblo) y ocupaban unas 231 fanegas (80 ó 90 hectáreas), estando densamente cubiertas de árboles frutales, con predominio de morales (unos 13.000), que producían hasta 940 arrobas de hoja que podían alimentar 400 onzas de cría de seda, y olivos (unos 1.400), que producían unas 1.000 arrobas de aceite en las tres almazaras que había, una de ellas en el mismo pueblo.

        "Yten apeamos un molino de azeyte metydo en el lugar, que hera de munchos

        moriscos. Tyene dos albercas. Está buena la casa. Y tyene una piedra y entra

        ello un solar hazia arriba, junto a el camyno..."

   Había 8 molinos hidráulicos, todos ellos en la rambla, entre Gérgal y Portocarrero. Según el conocedor morisco en unos pocos años de abandono "están caydos y maltratados". El primero estaba junto al pueblo.

        "...que se dize rahal mancha de Diego el Huzaya, morisco, junto a las casas,

        de la fuente, linde del camyno antyguo de Tavernas, que es de quvo, de una

        piedra. Está razonable."

Y ésta ha sido la selección del Libro de Apeos, con las que he pretendido conocer un poco más este personaje y nuestra historia.

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Juan Hernández Carreño

Militar gergaleño que luchó en la Guerra de Filipinas y quiso crear allí una Nueva Gérgal


   La provincia de Almería ha tenido siempre un elevado índice de emigración. Los destinos han sido principalmente: Barcelona, Madrid, países de Europa (Alemania, Francia...), América  (Argentina, México, Paraguay, Chile, Canadá, Estados Unidos...), Norte de África y las Filipinas. Todos ellos han sentido la añoranza de nuestra tierra, de su familia y de sus amigos. Casi todos los almerienses hemos tenido algún antepasado emigrante o soldado luchando a finales del siglo XIX en la Guerra de Cuba o en la de Filipinas. Unos pocos fueron en busca de glorias o aventuras militares, pero la mayoría fueron forzosos porque no tenían las dos mil pesetas que los libraban del servicio militar, equivalente en la actualidad a tres millones de las antiguas pesetas.

   
Guerra de FilipinasUno de estos almerienses que probaron fortuna en la milicia es el gergaleño Juan Hernández Carreño. Su porvenir en Gérgal era trabajar de sol a sol como pastor de cabras en un pequeño terreno del Calar Alto (pico más alto de la Sierra de los Filabres, 2168 m.) o picando en una mina. Unos paisanos que habían hecho el servicio militar en Filipinas le contaron que en Mindanao, Jolo y otras islas del sur los indígenas, llamados moros por ser musulmanes, luchaban contra los españoles y que con suerte se podía hacer carrera militar en esta guerra. No lo dudó, se alistó, hizo los cursos de Cabo y con 20 años partió para Filipinas (Oceanía) en 1864.

    Sabemos por la documentación existente en el Archivo General Militar de Segovia que se embarcó en Cádiz en la fragata mercante Margarita. Bordeó las costas de África hasta el Cabo de Buena Esperanza y las de Asia hasta llegar a
Manila. Fue un largo viaje de seis meses y cinco días en los que pasó toda clase de calamidades: tempestades, tifones, piratas malayos... En Manila estuvo poco tiempo y a continuación pasó siete años recorriendo las diferentes islas del archipiélago con su Compañía combatiendo contra los insurrectos. En dicha documentación dice literalmente: "Con su Compañía salió de partida en persecución de los malhechores por el distrito de Bontoc... contra los indios sublevados... del Valle de Vaslig, resultando herido de una lanza, en recompensa fue agraciado con la Cruz de M.Y.L. pensionada... ascendió a sargento" Esta hazaña la realizó recién llegado a las Filipinas y comenzó a  ascender por méritos de guerra. Convaleciente de las heridas es destinado a la Plana Mayor de Manila, pero él solicita incorporarse de nuevo a la compañía volante combatiendo a los insurgentes durante varios años: "en persecución de los malhechores  por la provincia de Batangas... resultó la aprehensión de varios de ellos y por su buen comportamiento... le felicitó el Capitán General..., le fue concedida la Cruz Blanca del Mérito Mar... Prefería hacer prisioneros para incorporarlos como ciudadanos españoles en contra de la represión que practicaban otros compañeros de armas. Así permaneció sin hogar durante siete años en Filipinas y contaba que en la hermosa isla de Bilirán existía una Almería tropical y que él proyectó fundar una Nueva Gérgal en las islas Visayas.

   Muchos de los emigrantes que estaban en Cuba o Filipinas volvieron después del desastre de 1898 en el que perdimos estas últimas posesiones de nuestro imperio colonial. En regiones como Cataluña, Cantabria, Galicia, Asturias... se notaron nuevas inversiones económicas pues algunos de los indianos -así se les llamaba a estos emigrantes- trajeron considerables capitales y fundaron bancos, fábricas de tabacos, navieras... Otros crearon fundaciones para ayudar a repatriados, enfermos, pobres... y escuelas y hospitales. En Almería apenas si hubo donaciones o inversiones por esta causa.

   Las tropas españolas repatriadas tras la pérdida de Cuba y Filipinas fueron prácticamente abandonadas a su suerte, no se atendió debidamente a los enfermos e inválidos ni se le reconocieron en muchos casos los ascensos por méritos de guerra. Sin embargo sí acapararon privilegios algunos generales, almirantes y políticos que habían orientado mal la guerra y las relaciones internacionales. También algunos soldados y muchos emigrantes se quedaron como trabajadores o colonos en Cuba y Filipinas.

   En estas circunstancias regresó a España enfermo Juan Hernández Carreño, un soldado que había ascendido casi siempre por méritos de guerra, en el vapor Mindoro navegando por el recién inaugurado Canal de Suez hasta desembarcar en Almería. Aquí espera encontrar tranquilidad y poder restablecerse de las heridas que aún no han cicatrizado, pero por poco tiempo, porque se reengancha en el ejército para entrar en la guerra de los cantonales. En su expediente del Archivo Militar se certifica: "... hallado... en la defensa y bombardeo de la plaza de Almería ocurridos los días 29 y 30 de julio del año 1873, por las fragatas insurrectas Almansa y Vitoria... por cuyo motivo y mérito le fue concedido el grado de Alférez...".

   
Se casó por lo civil  para demostrar su progresismo con una joven gergaleña de 20 años, María Cerrá Castilla, hecho que le perjudicó porque el ejército era de ideología conservadora, pero acabaría casándose por la iglesia católica ante la insistencia de su esposa. La Primera República le concedió la Medalla conmemorativa por la heróica defensa de Almería contra los cantonales.
   
   
Entró de nuevo en combate participando en la Guerra Carlista en Cataluña, Aragón y el Maestrazgo, ascendiendo a Teniente por méritos de guerra, fue herido de nuevo, y ganó más condecoraciones (Isabel la Católica, Placa de San Hermenegildo...). Ascendió a Capitán y Comandante, pasando un año en cada cuartel de León, Jaca, Logroño, Seo de Urgel, Vitoria, Burgos... acompañado de su esposa e hijos. Fue declarado "Benemérito de la Patria por la Campaña Civil...". Intentó volver a Filipinas para realizar su sueño de fundar Nueva Gérgal, pero fue destinado como jefe al Cuartel de Almería donde en sus jardines de esbeltas palmeras quiso evocar a su segunda patria, Filipinas, en la cual proyectó cambiar su sable por las herramientas de colonizador.

   Durante su estancia en Filipinas estuvo al borde de la muerte por las heridas y enfermedades tropicales que contrajo. Contaba que la mitad de sus compañeros habían muerto muy jóvenes por enfermedades como el beri-beri, vómitos negros, paludismo, tuberculosis..., ocasionadas por el clima tórrido y la deficiente alimentación que les daba la Intendencia. La mayoría de las bajas eran por enfermedad, casi la mitad de los soldados contraían una enfermedad mortal. Contaba las difíciles negociaciones para rescatar a los miles de españoles prisioneros y hambrientos, muchos heridos y enfermos, en los campos de concentración filipinos, pues el gobierno español no quería pagar los cinco millones de duros que pedían los tagalos por su rescate. Sus familiares formaron Asociaciones durante 1899 y 1900 y publicaron las listas de los presos de ultramar para presionar al gobierno. Refería que se le partía el corazón al ver a los soldados repatriados andrajosos y demacrados, internados en lazaretos, en cuarentena para no contagiar a los peninsulares y al salir no tenían medios para trasladarse desde los puertos a sus pueblos. Algunos mendigaban interpretando himnos con sus cornetas. Su recibimiento fue generalmente muy penoso, pues muchos los despreciaban.

   Viendo este anterior panorama Juan Hernández Carreño tuvo suerte, ya que murió como Jefe Militar en su tierra, aunque debido a su exiguo sueldo y gran honradez, no le pudo dejar a sus hijos ni dinero ni vivienda, pero les dejó estudios, muchas ganas de vivir e iniciativas, además de las numerosas condecoraciones ganadas heróicamente en Filipinas, Almería, Cataluña, El Maestrazgo... que cuando en una crisis económica llevaron al Monte de Piedad no pudieron ser empeñadas porque las medallas sólo estaban recubiertas de un barniz de oro o plata, resultando chatarra sin valor.

   Contaba su nieto Adolfo que en Gérgal le llamaban el General Chasquillas, pues aunque no alcanzó dicha graduación, era muy admirado en su pueblo por su heroísmo, por su humanidad y porque quiso fundar una nueva Gérgal en Filipinas.
      
   Datos sacados del Artículo "Consecuencias y reacciones en Almería ante la Crisis de 1898" de Juan José Hernández, bisnieto del personaje comentado, publicado en Internet en la siguiente dirección:

  http://www.dipalme.org/Servicios/Anexos/anexosiea.nsf/VAnexos/IEA-CFS-C22/$File/CFS-C22.pdf.



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Sebastián Pérez García


Diputado en Cortes, Senador Real y Jefe del Partido Liberal de Almería en la España de finales del S. XIX.
Tiene su nombre en la principal calle de Gérgal, anteriormente llamada Calle Real,
para perpetuar su memoria en las generaciones venideras.
Hijo Predilecto de la Villa.

    Sebastián Pérez García, es, probablemente, uno de los gergaleños más ilustres de los últimos dos siglos (XIX y XX). Para algunos gergaleños es un personaje desconocido, para otros es el nombre de la calle principal del pueblo también conocida como CalleSebastián Pérez García Llana y para otros pocos es un personaje digno de evocar por lo que representó en su época para nuestro pueblo y para la provincia de Almería desde los cargos políticos que ostentó. En esta biografía vamos a intentar aproximarnos sucintamente, pues no disponemos de mucha información, a su persona y al personaje político que fue en la España de finales del siglo XIX y en los albores del siglo XX -murió el 4 de diciembre de 1900- con la finalidad de preservar su memoria difundiendo lo que se sabe de él y a la misma vez hacerle un homenaje reconociéndole su contribución, desde los cargos políticos que desempeñó, para con la provincia de Almería y en particular con su pueblo, Gérgal, como veremos más adelante. 

    Su hoja de inscripción de nacimiento según el Libro de Bautismos de la Parroquia de Ntra. Sra. Del Carmen de Gérgal, tomo 30, folio 138 vto., nº 325, dice literalmente:

    Sebastián Pérez García, nació en Gérgal el día 15 de enero de 1853, bautizado el 17 de enero del mismo año.- nació a las 7 de la mañana, en el Barrio de San Sebastián.-

    Hijo legítimo de Luis Pérez Cuadra, sastre, y de María García Martínez.-

    Abuelos paternos:  Lorenzo Pérez Espinar, sastre, y Ginesa Cuadra.-

    Abuelos maternos: José García Palazón y María Martínez Pérez, todos naturales y vecinos de Gérgal.-

    Su comadre fue: Mercedes Rubio Martínez.

   Se conocen datos de su biografía  que en algunos aspectos no coinciden, ello debe ser debido a la falta de documentos oficiales de la época para corroborarlos, pues por desgracia se destruyeron los archivos municipales del Ayuntamiento de Gérgal en los años cincuenta del pasado siglo, vendiéndolos al peso como papel usado por el entonces Secretario del Ayuntamiento. Circulan dos versiones de sus primeros años que difieren sustancialmente como vamos a ver a continuación.

   Por la primera sabemos que su oficio era el de Peon-Cartero, hoy Cartero Rural, llevando la correspondencia andando desde Gérgal a Olula de Castro y a la inversa. Tenía fama de poseer un don de palabra especial, era un gran orador, con pocas palabras dejaba a los presentes maravillados y este gancho especial para atraer a las masas le auguraba una gran carrera política en cuanto se lo propusiera. Su fama llegó a Almería y el abogado y Diputado del Partido Liberal por Almería en el Congreso D. Emilio Pérez Ibáñez se interesó por conocerlo y aprovechó una visita a Gérgal para entrevistarse con él y se fue impresionado calificándolo como un brillante sin pulir. Poco después lo llamó a la capital para convencerlo de que le esperaba un porvenir brillante si seguía sus consejos y su tutela. Sebastián Pérez accedió y D. Emilio Pérez Ibáñez le costeó los estudios y la alimentación hasta que se licenció en Derecho. Seguidamente, a la primera oportunidad que se convocaron elecciones al Congreso de Diputados se presentó por el Partido Liberal de Almería, obteniendo escaño y entrando por la puerta grande en la política. Prontó adquirió fama de ameno contertulio entre los liberales madrileños y no dejaba de contar sus años de Peon-Cartero y todas las fatigas que había pasado. Soñaba con aquel camino seco y polvoriento tantas veces pateado, recordándolo con cariño, pues según decía, lo acortaba leyendo y haciendo poesías, arte en el que era un gran maestro.

   Por la segunda sabemos que su padre era sastre de profesión como su abuelo y que murió joven, cuando él era pequeño. Por ello, se fue a vivir a Portocarrero, anejo de Gérgal, y tuvo que realizar trabajos diferentes para sobrevivir, como cuidar los cerdos que su madre tenía. Desde muy pequeño, su madre había detectado en él unas cualidades especiales y se las comentó a su pariente D. Antonio Membrives Pérez, Administrador de Correos de Gérgal. Éste se prendó del niño cuando lo conoció y decidió ponerlo en un colegio para darle educación corriendo él con los gastos. A la primera oportunidad se presentó a las oposiciones de Cartero, obteniendo el número 1, siendo destinado a Madrid, donde se trasladó acompañado de su madre. Allí, con su juventud y talento, supo adaptarse a la nueva vida y darse cuenta que sus miras eran más altas. Se relacionó en el ambiente político de la época y fue formándose en esta nueva faceta.

   Como vemos las dos versiones, aunque diferentes en muchos detalles de su vida, coinciden en lo esencial, en que Sebastián Pérez se forjó desde la nada para llegar ser uno de los políticos más brillantes de su época. Según Dña. Isabel Garrido Goy, Secretaria de Administración Local de Gérgal, su suegro D. Donato Gómez Fernández, catedrático de Derecho Mercantil, le contó que Sebastián Pérez fue propuesto para una cartera ministerial, es decir, para ministro, pero debido a un cáncer de garganta que padecía tuvo que renunciar. Aquí aparece también otra causa de su muerte distinta a la que se cuenta en su partida de defunción, que dice que murió de tuberculosis como veremos más adelante. Creo recordar, que en una conversaciónque tuve sobre el personaje con nuestro querido paisano Juan Martínez Rayo, q.e.p.d., me dijo que la versión segunda que comienza por su niñez, fue en parte ideada y fantaseada por un antiguo Alcalde de Gérgal, allá por los años sesenta, llamado D. Francisco Parra Membrive.

   Con 28 años ya era Diputado por el Partido Liberal liderado por Sagasta. Ganó en sucesivas elecciones, repitiendo en el cargo durante ocho legislaturas, desde 1881. A los 38 años, en 1891, fue nombrado Senador del Reino por Almería. También fue nombrado jefe del Partido Liberal de Almería. Conviene recordar para situar al personaje, que en la España del último cuarto del siglo XIX, el sistema político existente era la Restauración, que había vuelto a instaurar la Monarquía borbónica en la persona del heredero de la Reina Isabel II, Alfonso XII, con el pronunciamiento del General Martínez Campos en 1874. Si recapitulamos un poco, recordamos que la Reina Isabel II había huído de España con la Revolución de 1868 llamada la Gloriosa, que dio lugar al Sexenio Revolucionario (1868-1874). Tras su fracaso de querer imponer un gobierno revolucionario instauró una monarquía constitucional, para lo que trajo a España a Amadeo de Saboya, italiano, reinó como Amadeo I de España desde 1870 a 1873, y tras tres años muy difíciles de reinado abdicó. Después se instauró la Iª República en 1873 que no sobrevivió ni un año. En estas circunstancias, el político malagueño Antonio Cánovas del Castillo ideó como solución el sistema político de la Restauración borbónica basado en la alternacia pacífica en el poder de los dos grandes partidos existentes, los conservadores liderados por el propio Cánovas y los liberales liderados por Práxedes Mateo Sagasta. Así en unas elecciones ganaba un partido y en las siguientes le tocaba al otro. Este sistema funcionó bien al principio, pero a la larga dará lugar a la corrupción política y al caciquismo. A principios del siglo XX empezaron a dividirse en facciones ambos partidos que se quedaron sin sus dos líderes. Cánovas fue asesinado por un anarquista italiano en 1897 y Sagasta murió en 1903. Cuando muere Sebastián Pérez en 1900 gobernaba España la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena que había tomado el poder a la muerte de su esposo, Alfonso XII, en 1886, hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII que se produciría en 1902 con 16 años. 

   De su biografía poco más se sabe. Hay muchas reseñas a Sebastián Pérez en los periódicos de la época, en "La Crónica Meridional" de Almería todo son alabanzas a su persona de distintas personalidades en los días siguientes a su fallecimiento, he aquí unos ejemplos: "Su pasión y sentimiento era el bien de Almería y su prosperidad, amigo más que jefe y hermano más que amigo. La materia ha desaparecido pero Sebastián Pérez no ha muerto. José Mª Muñoz". "Si todos cumpliéramos como tú, este mundo sería un Paraíso Terrenal y no un valle de lágrimas. Enrique Salmerón". Pero este material de las hemerotecas facilita poco su semblanza porque no se encuentra la más somera reseña bibliográfica del personaje. Todo son actos, logros, y reseñas a su labor como político en la época en que vivió. Los periódicos de aquella época trataban la información de forma diferente a los actuales y no se preocupaban de la biografía de los personajes famosos sino de sus actos.

   Fue un personaje muy influyente para el desarrollo de Almería y su provincia a finales del siglo XIX, pues desde sus cargos de Diputado y Senador en Madrid consiguió sacar adelante proyectos trascendentales como el Ensanche de Almería, el Desagüe de Sierra Almagrera y las obras de mejora del puerto de Almería. Por Gérgal y su comarca luchó para obtener mejores infraestructuras, a él se debe en gran parte el trazado definitivo de la línea del ferrocarril Linares - Almería. En principio no estaba proyectada para que pasase por el valle del Andarax, y por la comarca minera de Gérgal -estaba proyectado que pasara por Alboloduy-, pero gracias a la intervención de Sebastián Pérez se modificó el trazado del tramo de Huéneja a Almería y se aprobó el 31-12 1893 que pasase por Gérgal y otros pueblos que no estaba previsto. Él luchó porque pasase por Gérgal pueblo (Cruz de Mayo) y así de paso beneficiar a Olula de Castro por la que sentía gran atracción de sus tiempos de cartero, pero este proyecto suscitó una gran polémica dentro de su propio partido  y tuvo que ceder. La Compañía francesa Fives-Lille contratada por la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España realizó el trazado definitivo, pensando en los intereses privados de las compañías mineras de la zona. Las obras del tramo Almería- Benahadux comenzaron en 1890 y en 1895 se inauguró la estación de Almería y el tramo Almería-Guadix. Igualmente intervino en el proyecto del ramal de ferrocarril Gérgal-Gérgal pueblo, llamado también Cruz de Mayo, de 4'5 km. para transportar el mineral de hierro que producían las minas de Gérgal. El proyecto se firmó el 30 de septiembre de 1899 y se inauguró en 1900, poco antes de su muerte. Sacó adelante el proyecto de construcción del Puente que en su día unió el Barrio de Pilanos con el pueblo de Gérgal, todo un hito de su tiempo, pues hasta entonces el Camino de Almería pasaba por la Rambla con los problemas que acarreaba. Su ingeniero fue José Molero Levenfeld, cuyo nombre lleva la Avenida que lo atraviesa, su construcción duró varios años y terminó ya comenzado el siglo XX.

   Falleció en Madrid el día 4 de diciembre de 1900, a los 47 años, en la plenitud de su vida. En el acta oficial de defunción nº 1722, tomo 103-3, folio 335 V, dice que murió "a consecuencia de una tuberculosis generalizada", enfermedad mortal en aquella época y posteriores. Vivía en la Calle Serrano, nº 7 y desde aquí partió su entierro presidido por Don José Canalejas, Jefe del Partido Liberal, Presidente del Consejo de Ministros en 1911 y asesinado por un anarquista en 1912. Fue un acontecimiento sonado, una manifestación popular de duelo que tuvo gran repercusión a nivel nacional y provincial en Almería, donde se le hicieron muchos homenajes. Todos los periódicos hablaban de su muerte con esquelas mortuorias y con dedicatorias de pésame de numerosas personalidades.

   El Ayuntamiento de Almería adoptó el acuerdo de poner su nombre a la hasta entonces Calle Álava que va desde el Paseo de Almería hasta la Plaza Flores como consta en el acta municipal de 10 de diciembre de 1900 que dice que se tomó la decisión "... por unanimidad, para perpetuo recuerdo, ya que su óbito significaba una gran pérdida para esta provincia, a la que tanto amó y trabajó con mucha asiduidad..." y más adelante dice que había habido "... en aquellos días pruebas de duelo general en todas las clases sociales y hombres de todos los partidos, como obligado tributo de gratitud a quien tanto servicio prestó a toda la provincia...".

   
En Gérgal, su pueblo natal, fue muy sentida su muerte. El Ayuntamiento celebró un pleno para mostrar su pesar el 8 de diciembre de 1900 y así en el acta de dicho pleno dice "... haciendo constar el sentimiento y honda pena por el fallecimiento de Don Sebastián Pérez García, hijo predilecto de esta villa y su constante y decidido bienhechor... acordando que se celebren Misas en sufragio de su alma; que la calle principal del pueblo se denomine de Sebastián Pérez... para perpetuar su memoria en las generaciones venideras, ya que la presente no olvidará nunca a quien desde humildísima posición supo por su talento prodigioso, su extraordinaria laboriosidad... elevarse a una altura social y política envidiable.

   
Hay que decir que estos homenajes a su memoria han quedado casi borrados. Sólo en el pueblo de Gérgal se mantiene su nombre en la calle que se le dio a su muerte, porque por lo demás no queda casi nada. En Almería capital se le retiró su nombre a la calle que se le dio con la llegada de la IIª República en 1931 para ponerle el de Concepción Arenal, ilustre escritora. Con el franquismo se le volvió a cambiar de nombre y se le puso el del General Rada. Con la transición y la vuelta a la democracia, en 1979, se quisieron restablecer los nombres de las calles que habían sido eliminados en el régimen anterior por motivos políticos y se le llamó de nuevo Concepción Arenal, con lo que se reparó el agravio hecho a esta escritora, pero no se reparó el de Sebastián Pérez ni se respetó el acuerdo plenario en que se le dio su nombre a dicha calle.

   Se han levantado voces pidiendo justicia para que se repare su memoria, han sido principalmente dos gergaleños, Juan Martínez Rayo q.e.p.d. y Aureliano González Urrutia que con sus escritos en el diario "La Voz de Almería" han pretendido que las autoridades pertinentes de los Ayuntamientos de Almería y Gérgal reparen este olvido al que se le ha sometido, pero hasta ahora nada se ha hecho. Igualmente Ginés Alcaraz Garrido ha publicado una semblanza de Sebastián Pérez en el "Boletín de la Hermandad de la Virgen del Mar de Almería en Madrid" con fecha diciembre de 1999, de la que he sacado las principales notas de esta biografía, en la que reivindica también reparar su memoria y que se le dé un homenaje con motivo de su centenario. Este señor ha visitado la tumba en la que se encuentra Sebastián Pérez en Madrid, también la ha visitado Juan Martínez Rayo como me contó hace tres años, y los dos han expresado su preocupación por el lamentable estado en que se encontraba, y digo encontraba, porque es probable que ya sea demasiado tarde y el nicho se haya derrumbado del todo. Está en el antiguo cementerio La Sacramental de San Lorenzo y San José, en la Calle La Verdad, muy cerca de la Avenida General Ricardos. El nicho es el 1121 (patio bajo portería) y en la lápida, cubierta de polvo por el abandono de los años, se puede leer todavía: "El Excmo. Sr. D. Sebastián Pérez García, Senador del Reino, falleció el 4 de diciembre de 1900, a los 47 años de edad. D.E.P. Sus desconsolados madre y hermano". Ginés Pérez García, en su artículo, dice: "La sepultura y su zona están en situación deplorable, amenazando desplomarse, lo que desde aquí advertimos a personas interesadas, especialmente a las autoridades de Almería y de Gérgal, porque no parece justo que quien tanto hizo por "su Almería del alma" reciba este pago de olvido, de polvo y de desprecio".

   A su muerte fue nombrado jefe del Partido Liberal de Almería su hermano Pío Abdón que estaba casado con Pilar Eraso Santa Pau. Sus herederos fueron su madre, su hermano y sus sobrinos, que parece ser que sí tuvo. Si algún descendiente de Sebastián Pérez leyera estas líneas se le agradecería toda la información que al respecto nos diese.

    En reconocimiento a los esfuerzos realizados por nuestro querido paisano Juan Martínez Rayo, q.e.p.d., en pro de la reparación de la memoria del ilustre Sebastián Pérez, hay que decir que además de reivindicar su nombre para una calle de Almería, propuso que se le diera un homenaje con motivo del centenario de su muerte (año 2000) trasladando sus restos de Madrid al Panteón de Almerienses Ilustres de Almería o a Gérgal, en un mausoleo que el Ayuntamiento le construyera al efecto. Desgraciadamente no se hizo nada y para la mayoría de los gergaleños su nombre sólo le recuerda el de la Calle Llana con que también se le conoce popularmente. Seguiremos esperando para que llegue ese día en que Gérgal le haga el homenaje que se merece.

   Fuentes documentales:                
   - Artículo publicado en el Boletín de la Hermandad de la Virgen del Mar de Almería en Madrid en diciembre de 1999 por Ginés Alcaraz Garrido:           "Galería de Almerienses Ilustres: Sebastián Pérez García.
   -  Documentos cedidos por Juan Martínez Rayo: fotocopias de periódicos de la época, Certificado de Bautismo, toma de posesión en el Senado y              artículo de La Voz de Almería solicitando el nombre de una calle para Sebastián Pérez.
   -  Artículo publicado en el Programa de las Fiestas de Moros y Cristianos en honor a San Sebastián , año 2003, titulado "A Sebastián Pérez en su            onomástica".
   -  Artículo de Aureliano González Urrutia en La Voz de Almería en defensa de la memoria de Sebastián Pérez.



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Luis Magaña Bisbal

Escritor y Cronista de la ciudad de Baza (Granada)

  Luis Magaña Bisbal nace en Gérgal (Almería) el 6 de diciembre de 1893 , escritor y cronista de la ciudad de Baza (Granada). Es el autor de la más completa historia bastetana. Aparte de escritor y erudito es ejemplo de los grandes bastetanos no nacidos en dicha ciudad.

   En una de sus obras recoge numerosos datos históricos sobre Baza:

   "Baza histórica". Edición de A. García-Paredes. Asociación Cultural de Baza. 1978. 2 volúmenes. Baza. en

   Sobre la Iglesia de Baza escribió:

   "Alonso de Covarrubias y la Iglesia Mayor de Baza"


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Justo González Márquez


Alcalde de Gérgal por el Frente Popular en la IIª República y Juez Municipal y de Iª Instancia e Instrucción durante la Guerra Civil, condenado a muerte al terminar la contienda por actuar dentro de la legalidad del régimen republicano

   Justo González Márquez fue una de las diez personas de Gérgal y sus anejos condenadas a muerte y ejecutadas al terminar la Guerra Civil Española. Justo GonzálezMárquezTodas las personas que murieron por cumplir con la legalidad en la IIª República o defendiendo sus ideales han estado durante muchos años olvidadas y en muchos casos vilipendiadas. En los últimos años se ha reivindicado su memoria por parte de asociaciones y partidos políticos que han pedido al Gobierno una Ley de Memoria Histórica. El Presidente del Gobierno actual, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometió en su programa electoral a sacarla en esta legislatura. Para ello la Vicepresidenta del Gobierno, Mª Teresa Fernández de la Vega, creó en 2004 una Comisión Interministerial para elaborar el proyecto de Ley con la finalidad de "reparar la dignidad y restituir la memoria de aquellas personas que sufrieron cárcel, represión o muerte por defender unos valores que hoy disfrutamos como sociedad democrática". Este proyecto parece ser que próximamente se presentará en el Congreso para su aprobación. Siguiendo en esta línea, al reivindicar la Memoria Histórica para Justo González, reivindicamos también la Memoria Histórica de todos los gergaleños que murieron o sufrieron grandes calamidades por la causa republicana. Así, les reconocemos su contribución a la España democrática actual, los sacamos del olvido y recuperamos su dignidad ante la mala reputación a la que fueron sometidos durante el franquismo y etapas posteriores por los sectores más reaccionarios de la sociedad. Para conocer un poco el perfil de este gran hombre conviene primero analizar básicamente la situación que le tocó vivir.

   El 17 de julio en África y el 18 de julio en la Península se produjo un levantamiento militar por parte de un grupo de mandos del sector más molesto del ejército contrarios al gobierno de la IIª República apoyados por la derecha conservadora y católica de los terratenientes, grandes propietarios y la Iglesia Católica que veían peligrar sus privilegios ancestrales con las reformas sociales proyectadas por el Frente Popular, coalición de partidos de izquierdas, vencedor en las últimas elecciones de febrero de 1936 que representaba a la izquierda progresista y revolucionaria. El fracaso, en parte, del golpe militar, denominado por sus protagonistas Alzamiento Nacional, al no conseguir extender la rebelión a todo el país en los primeros días como estaba planeado, provocó la fraticida Guerra Civil al dividirse España en dos bandos y en dos territorios, por un lado los sublevados llamados nacionales en la zona nacional y por otro lado los fieles a la República llamados rojos en la zona republicana. Tras tres años de sangrienta Guerra Civil entre los dos bandos, el nacional con el apoyo de la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini fue el vencedor de la contienda. El nuevo régimen concentró todo el poder en la figura del general Franco -se proclamó Jefe del Estado, Caudillo de España y Generalísimo de todos los ejércitos- y quiso desde el primer momento eliminar cualquier resquicio del régimen republicano anterior, actuando con mano dura ejemplarizante, sobre todo en los primeros años. El 1 de abril de 1939, más que la Paz y la reconciliación de las dos Españas, había llegado la Victoria, hubo una fuerte represión, las cárceles se llenaron y los juicios sumarios se multiplicaron, terminando muchos de ellos en ejecuciones.

   En estas tristes circunstancias, a Justo González Márquez, el 2 de abril de 1939 le fue incoada la Causa Número 19012/39, por el juez de Gérgal y por Delito de Rebelión. El juicio se celebró rápidamente, se le acusó de haber firmado la entrega de dos presos de derechas que estaban en la cárcel de Gérgal y que luego serían ejecutados, siendo sentenciado el día 12 de abril. La pena de ejecución fue cumplida el 25 del mismo mes de abril cuando tenía 48 años. Por ironía del destino, muchos de los condenados a muerte lo fueron por el Delito de Rebelión, como es el caso de Justo González, cuando la realidad fue todo lo contrario, los rebeldes fueron los que se levantaron contra el gobierno republicano que era el legalmente constitucional. De este modo incongruente los rebeldes fueron los que juzgaron a los que cumplieron con la legalidad.

   Almería y su provincia quedó desde el primer momento de la sublevación militar dentro de la zona republicana o roja y es en esta dramática situación en la que tuvo que ejercer el difícil cargo de Juez de Gérgal. Al preguntar en Gérgal por Justo González a las personas que lo conocieron, que por desgracia, por razón de edad van quedando pocas, la inmensa mayoría dan como respuesta que era una buena persona y que tuvo mala suerte con la papeleta que le tocó vivir como Juez en estos difíciles momentos.

   Ejercía su profesión como Oficial del Registro de la Propiedad de Gérgal, era un hombre culto en aquella época de tanto analfabetismo en la población española. Ejerció la alcaldía de Gérgal en dos ocasiones, la primera en junio de 1930, en la que estuvo un mes, y la segunda el 18 de marzo de 1936 cuando fue elegido por unanimidad entre las personas convocadas Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Gérgal cumpliendo con el oficio del Excmo. Sr. Gobernador Civil de Almería. Ejerció la primera alcaldía de la coalición política llamada Frente Popular que unía a las fuerzas de izquierda, ganadora de las elecciones generales de febrero de 1936. En esta segunda ocasión estuvo en el cargo sólo veinticuatro días, en los que convocó cinco plenos, lo que da idea de su intensa actividad y dedicación. Dimitió el 8 de abril de 1936 por haber sido nombrado Juez Municipal de la Villa y resultar incompatible con el cargo de Alcalde y Concejal. Los principales cargos que ejerció fueron: Alcalde, Recaudador de Contribuciones, Juez Municipal, Juez de Instrucción y 1ª Instancia, Secretario UGT, Vocal  Comité Local Obrero y Director del Comité Local Obrero.
 
   En esta difícil y trágica situación en la que la sociedad española quedó enfrentada en izquierdas y derechas hubo injusticias, abusos, desmanes, venganzas y asesinatos por ambas partes. En Gérgal, que estaba dentro de la zona republicana, fueron las personas consideradas de derechas, propietarios de tierras y negocios, así como los representantes de la Iglesia, los perseguidos, vilipendiados y en el peor de los casos asesinados por los más exaltados, intransigentes e incontrolados elementos de la izquierda revolucionaria. Y es en este contexto donde tuvo que actuar Justo González como Juez de Gérgal, intentando que se cumpliera la legalidad vigente y poner orden para que no se cometieran atropellos y actos de barbarie como tristemente en ocasiones sucedió. De todos modos, en Gérgal no se cometieron durante la Guerra Civil asesinatos como ocurrió en otros pueblos de España, las víctimas que hubo se produjeron fuera de la localidad por parte de grupos incontrolados o por pelotones de ejecución.

   Dos días antes de terminar la Guerra Civil, el 29 de marzo de 1939, un influyente gergaleño de derechas le dijo a Justo González -según cuenta él mismo en los papeles que dejó escritos- que había hablado con el nuevo Gobernador de Almería y le había aconsejado calma y todo el mundo en su puesto, sin embargo a las dos horas llegó de Almería la orden de su detención.

   Justo González dejó escritas unas anotaciones en papeles sueltos que encontró en la cárcel de Gérgal los días que estuvo preso, y los dejó escondidos dentro del forro del colchón que le llevó su familia a la cárcel, con las llamadas: "El que se encuentre esto que lo dé a mi mujer o a mis hijos y que lo guarden hasta que haya ocasión de publicarlo" y "El que se encuentre este papel que lo entregue a mi mujer y que ésta lo guarde en el corazón hasta que sea oportuno darlo a la luz". Su familia retiró el colchón cuando se lo llevaron a Almería para ser ejecutado y pasado el tiempo encontraron las notas. En ellas pretendió proclamar su inocencia ante el pueblo de Gérgal y que se supiera quiénes eran sus asesinos, así dice: "Puedo lanzar a los 4 vientos que soy inocente y que me han matado injustamente quitando a mis hijos de su padre y así creo que lo entenderá el pueblo sensato, pero he muerto con honra sin chaquetear como otros...".

Documentos que dejó escritos Justo González

   En el primer documento, del que aparece un fragmento sobre estas líneas, escribe: "Al pueblo de Gérgal: En estos trágicos momentos en que se juega con mi vida, no quiero dejarla, sin antes deciros lo ocurrido para mi tranquilidad de conciencia. El 8 de abril de 1939 se me ha notificado el auto de procesamiento como autor de la muerte de Don ... y Don ... y ser peligrosísimo para la salud pública, esto quiere decir que estorbo en este mundo...".

   Desde el primer momento de su detención se dio perfecta cuenta de que había sido víctima de una conspiración contra él por parte de gergaleños que empezaron a lanzarle acusaciones injustas, así lo cuenta: "... quizás estéis arrepentidos de la obra que habéis hecho por vuestra creencia de que era una algarada política y en medio de esa alegría, sin pensar el mal que me hacíais me encarceláis con regocijo para satisfacer venganzas y a cuatro vientos lanzaríais sobre nosotros acusaciones injustas, y cuando viene el poder de Franco con gracia se las arrebata y recoge e inicia los sumarios con esos mismos datos y cuando queréis reaccionar ya es tarde y no tiene enmienda el asunto, se nos procesa injustamente como autor de dos muertes y ser peligrosísimo para la salud pública, que quiere decir tanto como que estorbo en este mundo. Ésta es mi primera creencia, pero después pensando llego a creer que no es error, sino que sois capaces por vengarse de hacerlo a ciencia y paciencia y por eso no dejo de llamaros canallas, asesinos y traidores...".

   
Escribe estos documentos porque quiere que el pueblo de Gérgal sepa que él no es culpable de ninguna muerte y que cuando firmó la entrega de los presos que luego serían asesinados actuó de la mejor manera que podía. Por eso dice: "... La muerte del primero bien conocida del pueblo es; vinieron a por él 4 ó 5 veces, incluso el pueblo de ..., y con riesgo de nuestra vida pudimos soslayar la cuestión, pero la última vez no pude hacerlo porque vinieron a por él, un teniente, un sargento y un cabo del ejército con orden del Comisario de Almería Sr. ... para que lo entregara; comprobé esta orden por teléfono y al ser cierta, y ante el dilema que me pusieron, o cumplimentar la orden, o los dos para Almería, mirando mi piel, la cumplimenté, matando esas fuerzas a ... La del segundo, casi lo propio ocurrió...".

   
En otro momento dice sobre lo mismo: "Me acusáis de ser el autor de la muerte de ... y ... so canallas. Sabiendo vosotros lo ocurrido, la del primero (aquí se refiere al segundo antes citado) fue cosa de Almería como lo sabe su familia, y los documentos aportados al sumario como sabe ... se hicieron ... (hay unas palabras que no son legibles) ... a ... (primer preso) porque el Jefe de la Cárcel D. ..., llorando a lágrima viva los pidió y por lástima se les dio, pero ya que había entregado a ... y la del segundo (aquí se refiere al primero antes citado) bien conocido de todos es, y de mis asesinos más, que hasta el pueblo de ... vino a por él y no se dejó, jugándome la vida dos o tres veces por él, como su familia lo sabe, hasta que en cumplimiento de una orden de la Comisaría tuve que hacerlo, orden que se me confirmó por teléfono, como puede decirlo si recuerda ..., diciéndome hay que cumplir la orden que del traslado del preso responde la fuerza que lo conduzca, y esto lo dijo el Comisario Sr. ..., denunciando a otro día lo ocurrido en la mima Comisaría ante el Agente ... y estando unidos la orden y el recibí del preso con la firma del Teniente en el sumario de ... (segundo preso), como  lo sabe muy bien, porque intervino, ... ¿No veis mi inocencia? ... ¿Me merezco yo esto? ¿No os acordáis del bien que he hecho? Preguntarle a ..., a ..., a ...".
   
   Más adelante dice: "... La cosa graciosa de este proceso es el asunto de ... (el primer preso), que la Comisaría me da una orden a cumplir sin excusa, yo se la doy al Jefe de la Cárcel y éste entrega al preso, y el juzgado todo lo ve bien, menos mi orden que es la mala, es decir, que si no cumplo la orden me matan los rojos y si la cumplo me matan los de Franco, cualquiera acierta, e igual pasa con el asunto del Sr. ... (el segundo preso). Así es la justicia de Franco, la cuestión es buscar un editor responsable de las cosas para ellos justificarse ante el Generalísimo, y no han encontrado a otro más bonito que yo...".

   
Para describir cómo fue su juicio dice: "En cuanto al Juez y Secretario instructores de mi sumario, para saber su personificación basta decir que encima de la mesa de declaraciones colocaban como símbolo glorioso de la justicia de Franco un berdajo para emplearlo con los que no dijesen lo que ellos querían...".

   Sabía que su final era inminente como reflejan sus palabras cuando dice: "... hoy en este mundo y mañana en el otro..." y también cuando escribe pensando que algún día se le hará justicia: "... porque tener entendido que el fuego se ha sofocado por algún tiempo, no lo dudo, pero que el rescoldo no se ha apagado, y  sobre él, algún día se han de levantar otra vez las llamas de la Independencia y se os hará la misma justicia que vosotros habéis hecho, pues vuestra felonía queda grabada en la cabeza para siempre, y estas cuantas letras servirán para refrescarla...".

   Cuando Justo González escribió estas notas esperaba que algún día se le haría justicia, y ya transcurridos 67 años de su muerte, aunque no se le haya hecho de forma expresa, se le ha hecho, a él y a todos los que murieron por una sociedad más justa y libre, con la instauración de la democracia en España, con saber que mereció la pena luchar por esos ideales, con saber que desde el día que murió se le ha considerado una buena persona y con el agradecimiento del pueblo de Gérgal a su memoria.


Nota: Se han omitido los nombres de personas y lugares que aparecen en los documentos que escribió Justo González poco antes de morir porque no es intención del que escribe esta biografía remover el pasado sino conocerlo y aprender de sus errores. No se trata de reabrir heridas sino de cerrar las que aún están abiertas. La historia se hace recordando los hechos de etapas anteriores y analizando estos hechos es cómo se comprende el presente. Por ello, no debemos ignorar u olvidar esta parte de nuestra historia reciente para que nunca más se repita el enfrentamiento entre españoles que por pensar de manera diferente terminó de la peor manera posible con la Guerra Civil. La historia es el carro de la vida, como decía Unamuno, y subidos a él vamos.

 

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